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miércoles, 24 de junio de 2015

Pandilleros son transformados por el amor de Jesús en EEUU

En Estados Unidos, la violencia entre pandillas aumenta conforme su actividad delictiva pasa de las grandes ciudades a los suburbios y áreas rurales.

Pese a lo alarmante que parezca, algunos en el estado de Washington lo ven como una oportunidad.
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“Amo ir a la cárcel, es donde siento que agrado de Dios. Rápidamente se pusieron al tanto de lo que Jesús hace y les agradé. Fueron mis mejores compañeros de diálogo teológico. Nunca dan respuestas tipo iglesia, hablan con malas palabras, pero de forma honesta”, relata Chris Hoke, capellán de prisión.
Hoke ha sido capellán de prisión por 10 años. Él halló una autenticidad ahí que había eludido en la iglesia.
“Crecí sumergido en vocabulario bíblico, crecí como líder de alabanza, pero quería a Jesús. Quería encontrarlo y tocarlo, no solo cantar sobre eso”, indica Hoke.
Chris halló lo que buscaba con los más duros criminales: los miembros de una pandilla. Al ver el hermoso Valle de Skagit, es difícil imaginar mucha delincuencia ahí.
“Las pandillas pueden existir en cualquier comunidad. A inicios de los noventa, los crímenes empezaron a cambiar. Los vimos pasar de simples actos contra la propiedad a crímenes más violentos como asaltos y tiroteos”, expresa Chris Cammock, policía de Mt. Vernon.
El condado de Skagit se ubica en la carretera I-5, que va de México a Canadá.
“Algunos tratan de dejar ese estilo de vida, entonces vienen aquí. Otros sólo están buscando hacer sus crímenes en áreas donde no los conocen”, dice Cammock.
"Hay mucho racismo. Los niños solían burlarse de mí. Eso me llevó a pensar: ‘Yo no quiero lidiar con estos tipos; esta no es la gente con la que quiero estar’ y me involucré con otros grupos”, explica José García, un ex pandillero.
José García tenía sólo 8 años cuando empezó a andar con miembros de una de las pandillas más violentas de la costa oeste. Le llamaban “Niners”, jerga de ellos para decir “bebé”.
Niners se metió en el estilo de vida pandillero. Cometió muchos crímenes y ha pasado 20 años tras las rejas.
“No tenía sentimientos. Volvía a la calle y hacía lo mismo y todos decían: ‘Ese chico no tiene corazón’”, expresa García.
Presentarle a Jesús a los pandilleros parecía una tarea difícil. Pero éstas ovejas perdidas están equipadas para oír la voz de su pastor.
“Entienden el modo de operar de Jesús. Que Jesús tenía un grupo que lo seguía. Las pandillas son excelentes en agrupar a los marginados y solitarios. Saben cómo encontrar a los solitarios y a los quebrantados, hombres y mujeres de este valle. Así me atrajeron a ellos”, relata Hoke.
¿Alguna vez se sintió intimidado por estos pandilleros?
“No, yo sólo amé a estos tipos; se sentía como una aventura, orábamos y ellos entregaban el corazón. Es un tipo de amistad que siempre había querido tener”, dice Hoke.
Chris y Niners crecieron cerca, intercambiaban cientos de cartas desde que Niners fue encarcelado. Él le escribió de buscar al Señor desde su celda de confinamiento solitario.
“Yo decía: ‘Esto está mal. ¿Por qué me haces esto?’ Él veía al yo verdadero, en lugar de a un hombre bravucón que los demás veían y decían: ‘ese tipo es el jefe de la banda, este tipo es esto o lo otro’. No, Él vio algo más profundo. Él veía al niño que pedía su amor”, dice García.
“Cuando su corazón empezó a cambiar y la relación se profundizó, y empezó a tener más esperanza, él dijo: ‘Quiero conocer a mi hija. ¿Puedes ayudarla a venir a visitarme?’”, comenta Hoke.
Tras meses de trámites, Chris manejó cuatro horas con Adelita de 5 años para llevarla a conocer a su padre.
Esa bondad y sacrificio fue un punto clave para Niners. Él dice que lloró por primera vez en 15 años.
Tres años después, Niners salió de prisión por lo que espera sea su última vez. Él está comprometido para casarse y ayuda a criar a dos hijas.
“Nunca estuve allí para éstas niñas que me necesitan. Nunca tuve un padre. Seré algo que siempre deseé. Siempre pensé que sería pandillero toda mi vida. Ya sea afuera o encerrado. Nunca creí que la vida podría ser buena”, dice García.
La actividad pandillera en el Valle de Skagit ha decaído en años recientes. La policía lo atribuye a la colaboración de la comunidad. Ellos se motivan en especial cuando alguien como Niners cambia su vida.
“Cuando tienes a alguien que es líder, o parte de la jerarquía de una pandilla, y decide irse, eso da un gran mensaje a toda la subcultura de las pandillas”, asevera Chris Cammock.
“Hacer que alguien crea en Dios es difícil. Pero verlo como una realidad en otra persona te hace decir: ‘Queremos tener lo que él tiene’. Así que trato de dar algo de esperanza con mi vida”, concluye García.
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